Como un gatito abandonado en una caja

El orden es una manta que la humanidad ha ido tejiendo no para tranquilizar sus nervios a la espera de que regrese Ulises, sino verdaderamente porque el vivir da mucho frío y el hombre necesita esa manta para poder continuar su camino, un camino que no se sabe si es largo, a dónde conduce y para qué es necesario seguirlo, de ahí la necesidad de la manta, como único refugio ante el miedo que produce cada paso que se da; por eso Ulises regresaba a Ítaca: en busca de la manta para continuar su odisea.

Ese orden que nos cubre y protege a veces se apolilla y es muy fácil de ensuciar, en ocasiones estorba y deseamos abandonarla a un lado del sendero para que quede como abrigo de chinches y de perros callejeros y recoja la putrefacción de la naturaleza que es vida. Pero el hombre que se libra de ella durante su caminar volverá a necesitarla y, o bien regresará sobre sus pasos para recuperarla, o tomará otra manta que alguien le preste o que encuentre a su vez abandonada.

El orden es el que nos tranquiliza cuando recapacitamos y nos vemos tan abandonados en este sitio del que dicen que es una mota de polvo entre tanta estrella y tanto espacio intergaláctico, en tan grande enormidad que no somos capaces de concebir y, por eso, nos resulta tan difícil dejar de creer en que alguien o algo extraterreno nos vigila o vela por nosotros, porque el universo es demasiado infinito para vivirlo sin una manta que nos ampare, sin un dios o una civilización superior que dé calor y cobijo al desamparo que somos.

Gatita abandonada en una caja (Tomada de http://casafelina.blogspot.com.es/)

Por todo esto dicen que aquel que tiene trabajo está psicológicamente más centrado que quien no, pero no porque nos “realicemos” como personas, pongamos en práctica nuestras habilidades y consigamos más, sino porque tenemos un orden, unas cuantas horas diarias regladas donde la ilusión de la ocupación, del sentirse necesario, nos concede el calorcito preciso para no sabernos tan solos y frágiles. Así, la biblioteca que se expone en la tienda de muebles se adorna con cartones que simulan los lomos de grandes e importantes obras de la literatura universal, porque un mueble biblioteca, aun fuera de su hábitat natural, del salón o del dormitorio, nos ampara si está sirviendo para lo que lo concebimos, aunque los libros no sean tales: ya nos ocuparemos de ellos.

Recordemos entonces: cuando nos vayan a abandonar no supliquemos porque no lo hagan, sólo pidamos una mantita.

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